Dra. Sandra Ortega: “Evitar cesáreas innecesarias y vivir cesáreas respetuosas es nuestro lema”
Ante una cesárea, algunas mujeres experimentan una compleja reacción psicológica, con sentimientos de pérdida, fracaso y dificultades notables en la adaptación posterior y en el vínculo con sus hijos, incluso sufren la llamada "depresión postcesárea". Cuando llega el momento del parto, la doctora Ortega, ginecóloga del Hospital Vithas Castellón, recalca “la importancia de evitar cesáreas innecesarias y vivir cesáreas respetuosas. Intentamos hacer las cesáreas justas, y si son necesarias procuramos esperar a que se inicie el parto por una cuestión hormonal que consideramos fundamental para la madre”.
Tal como explica la doctora Sandra Ortega, “esta reacción de fracaso o pena se relaciona con una cuestión hormonal: la hormona clave implicada en la fisiología del parto es la oxitocina. Su liberación provoca contracciones para iniciar y mantener el trabajo de parto, expulsión de la placenta y leche, alcanzando sus niveles máximos justo después del nacimiento del bebé y antes de la expulsión de la placenta. Además, está íntimamente relacionada con otra hormona, la prolactina, que actúa durante las primeras horas del nacimiento reforzando el apego mama-bebé”.
Pero hay que diferenciar entre la cesárea electiva y la cesárea urgente en medio de un parto.
“En una cesárea urgente, -subraya la doctora Ortega-, la liberación neurohormonal está activada, en cambio, en una cesárea electiva (la que se realiza sin que la embarazada llegue a ponerse de parto), la transición neurohormonal es brusca, de forma muy diferente a como sucede en un parto fisiológico”, y añade “ni el cerebro de la madre ni el del bebé han tenido la liberación hormonal que sucede en el parto vaginal, lo que puede traducirse en que tras una cesárea cuesta más «sentir» la intensidad del vínculo con el bebé.”
Para paliar estas diferencias con el parto vaginal, la doctora Ortega está aplicando en Vithas Castellón nuevas técnicas de humanización: “estamos probando unos paños de quirófano con ventana transparente donde la mamá presencia la salida de su bebe del abdomen, acompañada por la pareja elegida. De esta forma, son protagonistas y partícipes del nacimiento, permitiendo incluso al profesional, dejar al bebé en el pecho de su madre hasta realizar el pinzamiento óptimo del cordón umbilical y así conseguimos respetar la transición a la vida extrauterina”.
De esta manera, se consigue mitigar el retraso significativo en el primer contacto madre-hijo que supone la intervención por cesárea. Según la profesional “intentamos minimizar una separación que es importante y significativa, ya que implica un obstáculo para el establecimiento del vínculo, y más en una situación en la cual cuando se produce ese contacto entre madre e hijo, al ser sometida la madre a una operación, está más dolorida y cansada”.
La presencia de los padres o acompañantes en las cesáreas también es de vital importancia para la doctora Ortega “ya que es una manera de asegurar el apoyo emocional continuo a la madre. Esto, unido al respeto de la intimidad de la pareja, la luz tenue del quirófano y el ambiente silencioso o musicalizado dependiendo de la voluntad de la madre, son sin duda acciones que puedan mitigar la brusca transición hormonal que conlleva la cesárea sin trabajo de parto previo”.