Los tratamientos individualizados mejoran la autonomía del paciente con esclerosis múltiple, incluso en estado avanzado

Los tratamientos individualizados mejoran la autonomía del paciente con esclerosis múltiple, incluso en estado avanzado

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• Hoy en día es el trastorno neurológico discapacitante no traumático más común en adultos jóvenes en el mundo occidental

El 18 de diciembre es el Día Nacional de la Esclerosis Múltiple, una celebración impulsada por la Asociación Española de Esclerosis Múltiple (AEDEM-COCEMFE) y sus 46 organismos miembros. Una enfermedad de causa desconocida, caracterizada por la aparición de lesiones en la sustancia blanca del sistema nervioso central. En España esta enfermedad afecta a más de 47 mil personas y aproximadamente 2 millones y medio en todo el mundo.

Tal como explica el doctor Enrique Noé, director de investigación de Vithas NeuroRHB y neurólogo, “se trata de una enfermedad inflamatoria autoinmune desmielinizante del sistema nervioso central, con un curso fluctuante e imprevisible siendo el rasgo más característico de esta enfermedad la perdida de mielina, que es la sustancia que rodea y protege a las fibras nerviosas. Esta pérdida, termina afectando cuantitativa o cualitativamente a la forma en que la información se transmite en nuestro sistema nervioso generando una amplia diversidad de problemas neurológicos” y subraya “hoy en día es el trastorno neurológico discapacitante no traumático más común en adultos jóvenes en el mundo occidental. Es más frecuente en las mujeres, siendo la edad de comienzo habitual entre los 20 y los 40 años, con un pico a los 30 años”.

Hasta la fecha disponemos de tratamientos que acortan la duración e intensidad de los síntomas así como fármacos que modifican el curso de la enfermedad con el objetivo de aminorar la discapacidad neurológica a largo plazo. Además, aunque no existe un tratamiento curativo, sí son posibles los tratamientos rehabilitadores dirigidos al mantenimiento y la restauración de las capacidades físicas del paciente y de su autonomía, incluso en estados avanzados de la enfermedad. Según el doctor Noé, “los tratamientos deben ser individualizados y multidisciplinares ya que es difícil establecer protocolos estándar puesto que la esclerosis múltiple es un trastorno neurológico progresivo que no sigue el modelo habitual de rehabilitación, es decir, proceso agudo, recuperación funcional y readaptación al entorno”.

Por esta razón y en líneas generales, según el momento evolutivo del paciente el enfoque terapéutico variará. En la fase inicial del diagnóstico y en pacientes con un grado leve de discapacidad lo fundamental es proporcionarles información sobre la enfermedad. “Se ha de recomendar la actividad física regular e incluso se pueden enseñar estrategias compensatorias para evitar la fatiga”, agrega el especialista.

En las fases de discapacidad moderada la rehabilitación se debe enfocar en mejorar o mantener las funciones motoras mediante ejercicios de fuerza, resistencia, flexibilidad, equilibrio, entrenamiento respiratorio y entrenamiento con dispositivos de asistencia, así como realizar adaptaciones en la vivienda. “Estos programas de rehabilitación deben ser personalizados en cuanto a intensidad y duración de los ejercicios” considera la doctora Carolina Colomer, directora clínica de Vithas NeuroRHB, y sostiene que “en una fase más avanzada de la enfermedad, el tratamiento se orienta hacia el mantenimiento de la autonomía con el empleo de ayudas técnicas y a la prevención de complicaciones como contracturas o úlceras por presión”.

Las manifestaciones clínicas más comunes de la esclerosis suelen ser la espasticidad, la pérdida de fuerza, las alteraciones en el equilibrio y la coordinación, la fatiga, las parestesias, los trastornos visuales, los trastornos cognitivos, y los trastornos vesicoesfinterianos y sexuales. 

Según Colomer, “la fatiga es uno de los síntomas más frecuentes, siendo una de las causas principales de la limitación de las actividades, pero puede disminuir con la práctica regular de un ejercicio aeróbico basado en un programa de potenciación muscular suave que resulte útil para prevenir la atrofia por desuso y reducir la espasticidad. Además, también se puede establecer un programa de conservación de la energía consistente en la planificación de las actividades diarias del paciente, con descansos frecuentes, con el fin de evitar el agotamiento al final del día”.
 

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