Tras las vacaciones llega la vuelta a la rutina y puede que también la depresión posvacacional. ¿Cuáles son sus síntomas y cómo hacerle frente?
Las ansiadas y esperadas vacaciones han concluido y, antes de lo que nos gustaría, toca volver a la rutina: trabajo, estudios, carreras, atascos, familia… Estrés. Ante este panorama, puede que también traigas en la maleta la depresión posvacacional. ¿Cuáles son sus síntomas y cómo hacerle frente? Begoña Sánchez, psicóloga del Hospital Vithas Vitoria, explica en qué consiste y da unas pautas para combatirla.
Lo primero que conviene saber es que la depresión posvacacional, también llamado síndrome posvacacional, es una respuesta emocional negativa que experimentan algunas personas al volver a sus responsabilidades laborales o académicas tras las vacaciones. La generan debido al cambio de biorritmos que conlleva acomodarse a la vida cotidiana.
“Es una afección mucho más corriente de lo que pensamos”, explica la experta de Vithas Vitoria, quién subraya que “se calcula que en torno al 30% de la población española la sufre”.
Síntomas
“No es una condición médica formalmente reconocida, pero sus síntomas pueden ser muy reales y ocasionar un malestar importante, con una repercusión sobre la calidad de vida de quien la padece”, reconoce Sánchez. Eso sí, no es una depresión ni un trastorno psicológico, sino un “desajuste temporal”, donde la persona debe adaptarse de nuevo a sus tareas tras las vacaciones.
Varios son los síntomas que pueden alertar de la presencia de una depresión posvacacional, aunque no tienen por qué darse todos a la vez. En el terreno emocional, podemos tener un estado de ánimo bajo, con apatía y falta de motivación e interés. También ansiedad o angustia, inquietud, irritabilidad o desesperanza y pesimismo.
Es posible mostrar inseguridad ante las responsabilidades y “asumir que será incapaz de llegar a sus objetivos, surge la sensación de que todo se hace bola”. Otro rasgo puede ser las dificultades de concentración “por rememorar lo ocurrido en tiempos pasados más felices o fantasear con situaciones agradables que no han ocurrido”.
En el aspecto físico, el cansancio, la falta de apetito, la sudoración y palpitaciones, los dolores musculares o de cabeza, las náuseas y problemas estomacales o los cambios en los ritmos de sueño son algunas de las señales de alerta.
Síntomas que, según tranquiliza Sánchez, “suelen desaparecer pasados unos días, una vez regularizados los horarios de trabajo y descanso. Es un malestar pasajero que no suele durar más de una semana o quince días”.
Aunque, si persisten más de ese tiempo “o interfieren significativamente con la vida diaria”, lo mejor es buscar ayuda de un profesional de la salud mental. Porque si perduran “más de 6 meses, podríamos estar ante un trastorno desadaptativo, una ansiedad generalizada o estrés crónico. Se manifiesta con una sintomatología concreta y requerirá de un tratamiento profesional específico”, valora la psicóloga.
En cuanto a quiénes pueden padecer depresión posvacacional, la Sociedad Española de Medicina y Familia Comunitaria (SEMYFC), explica que el perfil es de personas en torno a los 40 años, que idealizan el periodo vacacional como la cumbre de su bienestar emocional, o han generado expectativas altas para las vacaciones y no se han cumplido.
También puede afectar a quienes estén desmotivados en su trabajo, con malestar y apatía en la actividad laboral cotidiana, que regresan a un ambiente laboral estresante o tienen el síndrome ‘Burnout’.
O a aquellas personas que se incorporan a su puesto, sin haber tenido una transición, o que carecen de momentos de descanso una vez de vuelta en su vida diaria. La depresión posvacacional afecta más cuanto más largas han sido las vacaciones.
Consejos
La profesional de Vithas Vitoria considera que el mejor remedio, “como ocurre muchas veces, está en prevenir su aparición”. Para ello, aporta varios consejos:
- Mantener ciertos horarios en vacaciones, aunque sean distintos a los rutinarios, para conservar cierto biorritmo y que el cuerpo y la mente se adapten fácilmente a la cotidianeidad.
- Cuando se acerque el fin vacacional, volver progresivamente a la rutina habitual. Así el cambio no será tan drástico. Se puede regresar unos días antes de la incorporación al trabajo y así tener tiempo para adaptarse.
- Evitar una motivación personal demasiado centrada en las vacaciones. No es saludable desearlas durante la mitad del año y lamentar su fin durante la otra mitad.
- Mantener aficiones todo el año y así reanudar la rutina con ilusión por retomarlas.
- Dividir el período vacacional para disfrutar del descanso a lo largo de todo el año.
Si, a pesar de todo, parecen síntomas de depresión posvacacional, Begoña Sánchez sugiere estas ideas:
- Salidas de fin de semana. Las vacaciones han acabado, pero no los planes para recargar pilas.
- Mantener algún hábito que se tenía en vacaciones. Es probable que la mente no experimente tanto el cambio.
- Comenzar por lo fácil. El cuerpo y la mente necesitan de unos días para funcionar al 100%. Exigirse demasiado nada más retomar la rutina puede generar estrés.
- Elaborar una lista de actividades, por orden de prioridad, según urgencia e importancia.
- Crear un espacio agradable en el trabajo, con detalles que hagan sentir bien: plantas, fotos, música…
- Autocuidado: cuidar de uno mismo con alimentación equilibrada, ejercicio regular y descanso suficiente. Puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y la energía.