¿Sabías que un ictus o infarto pueden esconder una apnea del sueño no diagnosticada?

¿Sabías que un ictus o infarto pueden esconder una apnea del sueño no diagnosticada?

Apnea del sueño

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Agotamiento físico, bajo rendimiento  o somnolencia durante el día. Pueden ser algo más que estrés. Son factores que, a menudo, nos indican a los especialistas médicos que estamos ante una persona con apnea del sueño.

Pero también un ictus, un infarto de miocardio a edad temprana, un glaucoma ocular o una hipertensión mal controlada, sobre todo la nocturna, pueden esconder este trastorno del sueño. La apnea del sueño cada vez más habitual entre la población.

Y es que, en los últimos años, la apnea del sueño va en aumento. No entiende de sexos ni de edades, y está relacionada con numerosas enfermedades.

¿En qué consiste? Para entendernos: la respiración, al dormir, es automática. Pues bien, hay gente que no hace bien ese automatismo, se olvida de respirar. El problema es que eso conlleva un descenso del oxígeno en la sangre, lo que puede provocar problemas y repercusiones posteriores.

Otra complicación añadida es que, a menudo, quienes la padecen no son conscientes de sufrirla. Sin embargo, muchas veces los propios cardiólogos o neurólogos nos derivan pacientes para poder descartar esta patología como causante de otras complicaciones. En algunos casos, tras el estudio correspondiente, hemos encontrado personas que sufrían hasta 80 apneas a la hora.

Incluso, hay estudios médicos que hablan de la apnea del sueño, en personas jóvenes, como el origen de un alzheimer precoz. Por eso es tan importante diagnosticarla y tratarla cuanto antes.

En principio, ninguna persona estamos libre de padecerla. Aunque es cierto que existen algunos factores de riesgo. La obesidades uno de ellos, ya que ambas están muy ligadas.

Pero también hay más predisposición en personas con retrognatia. Es decir, con la mandíbula metida un poco hacia dentro. O con el cuello corto. En niños, por ejemplo, es muy frecuente en aquellos con las amígdalas grandes, las llamadas vegetaciones.

Así, una persona sin mucha altura, con el cuello corto y la mandíbula hacia dentro tiene mayor riesgo de desarrollar una apnea con el tiempo. Por eso, algunas son familiares. No por razones hereditarias, sino de similitud física y estética.

Tratamientos

La buena noticia es que tiene tratamiento. Siempre. En niños, si la causa son las amígdalas, estas suelen extirparse. Si la razón es la obesidad, bajar el peso suele ayudar.

Y no nos olvidemos de la apnea postural. Por ejemplo, si surge al dormir boca arriba. Para esos casos, una mochila con peso obliga a adoptar una posición más adecuada.

Sin embargo, en la mayoría de situaciones la solución se llama CPAP. Una máquina que, acompañada de una mascarilla, se usa todas las noches. Desde el primer uso elimina la apnea. Eso sí, muy importante, hay que usarla siempre. Hay pacientes que desde el principio están encantados, pero a otros les cuesta más.

Por eso, los profesionales sanitarios siempre ayudamos y facilitamos la adaptación. No solo para mejorar la calidad de vida. También para evitar posibles complicaciones.

Así, en Vithas estudiamos cada caso con el objetivo de detectar a tiempo un trastorno que, sin tratamiento, puede derivar en otras enfermedades. De esa forma, con un diagnóstico preciso y la terapia adecuada, nuestros pacientes pueden recuperar el descanso, la energía y la salud.

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