En los últimos años se aprecia un importante aumento de niños medicados por problemas de atención, concentración e hiperactividad. La privación del juego libre y el movimiento está provocando niños inatentos, inactivos, inquietos, blanditos, estresados e inseguros. Los hábitos de vida mo...
En los últimos años se aprecia un importante aumento de niños medicados por problemas de atención, concentración e hiperactividad. La privación del juego libre y el movimiento está provocando niños inatentos, inactivos, inquietos, blanditos, estresados e inseguros.
Los hábitos de vida moderna determinan que los niños pasen mucho tiempo en casa, no tengan espacios al aire libre para jugar y utilicen intensivamente la tecnología de pantallas desde edades muy tempranas.
Los niños ya no saltan, no se balancean, no trepan, no corren riesgos… En definitiva, no se encuentran físicamente listos para iniciar los aprendizajes académicos ni adaptarse a las demandas constantes de su entorno.
Diferentes estudios e investigaciones demuestran la importancia del movimiento en el aprendizaje y el desarrollo cerebral infantil.
Un artículo publicado en el American Journal of Play detalla no solo cuánto tiempo ha disminuido el tiempo de juego libre y movimiento de los niños, sino también cómo esta carencia está afectando a su desarrollo emocional y provocando un aumento de la ansiedad, problemas de atención y autocontrol.
El profesor Charles Hillman de la University of Illinois afirma que «nunca en la historia de la humanidad los niños se han movido y han jugado tan poco, y eso no sale gratis».
Es importante conseguir un desarrollo simétrico y armónico del niño durante los primeros años de vida, porque el desarrollo de los mecanismos de control, de coordinación y de automatización de los movimientos en caso de disfunciones, altera severamente la integración del esquema corporal y la orientación en el espacio.
Si no se detectan o previenen los problemas sensoriales y motrices de forma precoz, y si no se resuelven, se estará contribuyendo a engrosar el capítulo de los niños inteligentes que padecen problemas de bajos rendimientos y de fracaso escolar, con todas las consecuencias que ello comporta en el campo del desarrollo personal y afectivo.
Durante la cuarentena debemos seguir vigilantes este tema y procurar que, aunque no se dispongan de otros espacios, los niños mantengan unas rutinas de movimiento. Para ello, facilitamos en nuestro blog algunos vídeos de cómo conseguirlo.