Los estornudos, la tos seca, el asma, la urticaria o las erupciones cutáneas son algunos de los síntomas de alergia, que pueden estar causadas por alérgenos que acceden por vía respiratoria, alimentos, picaduras de insectos o medicamentos
Con la llegada de la primavera adelantada es cada vez más frecuente ver y, sobre todo, oír a personas estornudar. Pero no es lo único: picor, congestión y goteo en la nariz, ojos llorosos, hinchados, irritados e, incluso, rojos son los principales síntomas de la alergia, que está en aumento debido a, entre otras causas, al cambio climático y la falta de lluvias.
Las alergias respiratorias son las más frecuentes entre la población, pero no las únicas. La Dra. Belén Añíbarro, especialista en alergología en el Hospital Universitario Vithas Madrid Arturo Soria, explica en qué consiste una alergia, qué tipos hay, cuáles son sus causas y los tratamientos disponibles para pacientes.
¿Qué es?
La alergia es una respuesta anómala del sistema inmunitario provocada por sustancias normalmente inofensivas que depende de la susceptibilidad genética del paciente, el ambiente que le rodea y las características propias del alérgeno.
Las principales vías de contacto de las alergias son:
- Inhalatoria (como el polen)
- Digestiva (como los alimentos)
- Cutánea (como el látex o a los medicamentos)
- Por picaduras de insectos (como abejas, avispas, etc.)
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la alergia entre las seis patologías más frecuentes, con especial incidencia entre los niños y los jóvenes, aunque puede aparecer a cualquier edad.
Síntomas
Dependiendo de la exposición, los síntomas de la alergia pueden ser leves o graves. Los síntomas de la alergia son:
- Estornudos
- Picor de nariz, ojos y paladar
- Congestión y goteo nasal
- Ojos llorosos, hinchados, irritados y rojos
- Sibilancias
- Tos seca
- Opresión en el pecho
- Dificultad para respirar
- Urticaria
- Hinchazón
- Hormigueo
- Picores en la piel
- Erupciones
- Anafilaxia
Causas
Existen cientos de sustancias capaces de producir reacciones alérgicas, explica la Dra. Añíbarro, aunque pueden clasificarse según la vía de acceso al organismo:
- Alergias respiratorias: producen enfermedades como el asma, la rinitis o la conjuntivitis). Los aeroalérgenos más comunes son los pólenes, las esporas de hongos, los ácaros del polvo doméstico y las mascotas.
- Alergias alimentarias: pueden ser provocadas por cualquier alimento (leche, huevo, pescado, frutas, frutos secos, marisco…). Se considera también de origen alimenticio la alergia a los parásitos que contaminan los alimentos, como es la alergia a la larva del Anisakis simplex del pescado.
- Alergia a las picaduras de insectos: constituye un problema importante porque pueden producir reacciones graves. Las más frecuentes son las de avispas y abejas.
- Alergia a los medicamentos: pueden provocar reacciones alérgicas por cualquier vía de administración. Por ello es importante que solo se administren cuando estén indicados y, siempre, por prescripción médica. En España, la alergia a fármacos más frecuente se debe a los antibióticos (especialmente, los derivados de la penicilina) y los antiinflamatorios (como el ibuprofeno).
Tratamientos
Los alérgicos tienen a su disposición un arsenal terapéutico amplio para esta enfermedad:
- Antihistamínicos: son los fármacos más empleados y se usan para la rinitis, las urticarias agudas o crónicas y otras reacciones alérgicas. Se administran por vía oral (comprimidos, jarabes y gotas); tópica (colirios y nebulizadores nasales) o parenteral (intramuscular o intravenosa).
- Broncodilatadores: frecuentemente asociados a corticoides, para el tratamiento del asma bronquial.
- Corticoides: muy eficaces e indicados para tratar manifestaciones broncopulmonares, síntomas óculo-nasales y cutáneos.
- Fármacos biológicos: medicamentos para aquellos pacientes con asma grave o urticaria, en los que no existe respuesta a tratamientos convencionales, destaca la experta.
- Vacunación con extractos alergénicos: En determinados pacientes puede mejorar los síntomas de la enfermedad y reducir la necesidad de emplear otros medicamentos para su control, pudiendo incluso detener la progresión clínica.
