Lo primero que hay que dejar claro es que no existe un nivel de consumo seguro de alcohol para la salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya establece que lo más saludable es beber, cuanto menos alcohol, mejor.
¿Cómo afecta el alcohol a nuestro organismo? Por supuesto, hay personas que, claramente, no deben consumir ninguna cantidad. Hablamos de menores y quienes se encarguen de su cuidado, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, conductores, personas que realizan trabajos de precisión o actividades de riesgo y quienes tomen algún medicamento o padezcan enfermedades que el alcohol agrave.
También conviene saber que los supuestos beneficios cardiovasculares de un consumo regular, pequeñas cantidades de alcohol, son mucho menores que el riesgo de padecer otras enfermedades derivadas de ese consumo.
Para entender cómo afecta el alcohol a nuestro organismo, pongamos un ejemplo. Una caña de vaso ancho tiene, al menos, 33 centilitros de cerveza. Si cogemos una cerveza normalita, con 5% de alcohol, equivale a 17 gramos de alcohol por caña. Es decir, 34 gramos para dos cañas. ¡Las cifras suben deprisa!
En mujeres, la cantidad de alcohol considerada de ‘bajo riesgo’ (que no sin riesgo) es de 10 gramos al día. Esto equivaldría a una caña pequeña, de 25 cc, o media copa de vino, unos 125 mililitros. En hombres, sería el doble. Y las dos cañas de nuestro ejemplo ya superan esas cifras.
No olvidemos que las consecuencias de un consumo pequeño y puntual, a nivel de comportamiento, aparecen siempre. El efecto tóxico sobre el hígado y el resto del organismo, también.
Eso sí, los efectos de cómo afecta el alcohol a nuestro organismo varían según el peso y la talla corporal (mayores en las personas más pequeñas), la edad o el sexo (afecta más a las mujeres porque tienen menos alcohol deshidrogenasa que los hombres). La frecuencia del consumo, la genética y el metabolismo individual son algunos otros factores influyentes.
Incluso, el origen de la persona cambia la intensidad de dichos efectos. Así, los europeos tienen, en general, más alcohol deshidrogenasa que los asiáticos o americanos.
¿Y cómo afecta el alcohol a nuestro organismo? A nivel físico, como ya he dicho, cualquier cantidad de alcohol, por pequeña que sea, pone al hígado a trabajar. Debe metabolizarlo y, como es algo tóxico, tiene que depurarlo del organismo. Si esa cantidad se toma un día puntual y el hígado está sano, no hay por qué pensar que suponga un riesgo a nivel físico ni a largo plazo.
Un dato importante es que el valor dietético del alcohol es inexistente. Solo conlleva calorías: 8 o 10 por gramo. 150 calorías por caña. Y, como no aportan ningún nutriente, son calorías ‘vacías’.
En cuanto a nivel mental, 10-15 gramos de alcohol en una mujer, o entre 20 y 30 en un hombre, tomados de forma puntual, provocan cierta desinhibición. Al principio, facilita las relaciones sociales y disminuye el estrés.
Pero ese efecto desaparece rápido. Y necesitamos beber de nuevo para sentirlo. Por el fenómeno de tolerancia, necesitaremos cada vez más cantidad de alcohol para tener esa sensación.
Además, en algunas personas, el alcohol, aunque sea en pequeñas cantidades, provoca estados de agitación y excitación llamativos.
Eso, hemos dicho, con pequeñas cantidades. Si se continúa bebiendo, tras la fase de euforia y excitación, llega la de intoxicación. Hablamos de consumos puntuales, por lo que el organismo no está acostumbrado al alcohol.
Cuanto más se bebe en un corto espacio de tiempo (el famoso ‘binge-drinking’ o atracón de alcohol) mayor es el riesgo de intoxicación etílica. Con 0,5-1 gramo por litro de alcohol en sangre, el cerebro está afectado. También el sistema nervioso. La capacidad de coordinar y pensar se reduce, la memoria se altera y los reflejos disminuyen.
Hay una desinhibición de la conducta, lo que conlleva mayor riesgo de sufrir accidentes de tráfico o lesiones derivadas de caídas, peleas sin motivo o practicar sexo no seguro.
En esa fase, aparece la disartria (imposibilidad de hablar normalmente), la ataxia (imposibilidad de caminar normalmente), los vómitos y la somnolencia, o tendencia al sueño. Puede observarse taquicardia, sudoración, hipertensión arterial, etc.
Según la persona y cantidad, se podría llegar al coma etílico. De 2 a 3 gramos /litro, la persona queda inconsciente, sin ningún control sobre su cuerpo. No tiene tono muscular y pierde el control de los esfínteres. Si la concentración de alcohol en sangre aumenta, lo siguiente es el fallo cardiovascular y respiratorio. Y la muerte.
Por eso, recuerda que la cantidad sí importa en cómo afecta el alcohol a nuestro organismo. Cuanto más alcohol, mayor efecto nocivo. El problema es que, tras esa fase inicial en la que nos encontramos bien, ya perdemos el control y consumimos mucho más.