Tirar petardos durante las Fallas, se convierte sin duda en una de las diversiones más típicas de estas fiestas. Sin embargo, un mal uso de la pirotecnia y el incumplimiento de las normas sobre su utilización, provocan la mayor parte de las lesiones que suelen ser quemaduras, y se producen sobre ...
Tirar petardos durante las Fallas, se convierte sin duda en una de las diversiones más típicas de estas fiestas. Sin embargo, un mal uso de la pirotecnia y el incumplimiento de las normas sobre su utilización, provocan la mayor parte de las lesiones que suelen ser quemaduras, y se producen sobre todo en las manos, cabeza, cuello y ojos, además de producir graves lesiones auditivas.
Ojos
Después de las manos, los ojos son la zona más expuesta a los accidentes con petardos y fuegos artificiales. La mayoría de los accidentes suelen ser quemaduras y heridas por metralla, o bien porque se hace mal uso de los objetos de pirotecnia o se encienden petardos dentro de botes, latas o botellas que, al explotar, pueden disparar la metralla contra la cara o el cuello. Por esta razón, es muy importante que los niños siempre estén supervisados por un adulto y se utilicen los explosivos en una zona abierta.
Es necesaria la protección ocular con gafas protectoras, ya que uno de los mayores problemas es el impacto e incrustación de partículas de pólvora en la córnea, el llamado “tatuaje corneal por pólvora” y ante la explosión de un petardo siempre debe ser visto por un especialista para descartar lesiones corneales.
Oídos
Cuando explota un petardo, la parte más sensible del oído, las células ciliadas externas del oído interno, se pueden dañar sin capacidad de regenerarse. La primera manifestación de lo que se conoce como trauma acústico agudo (el provocado por la exposición al ruido de corta duración y gran intensidad) suelen ser los molestos acufenos, pitidos que se producen, por ejemplo, después de una fiesta, de un concierto o de una explosión o espectáculo de pirotecnia si estamos lo suficientemente cerca.
Estos acúfenos, en la mayoría de las ocasiones, desaparecen después de unas horas, pero también pueden quedarse con nosotros de forma continuada, con todo lo que esto implica para la salud de la persona, provocando problemas de ansiedad, estrés o insomnio.
Si nos explota un petardo en el oído, es muy probable que el daño a nivel interno sea inmediato, ya que la intensidad es máxima y la distancia mínima. Cuando la vibración de la explosión entra en nuestro oído pasa por el tímpano, que es la fina membrana que separa el oído externo del oído medio (donde están los huesecillos). Esta membrana se podría llegar a romper con la detonación si la intensidad es suficiente. Esa rotura suele resolverse por sí sola en semanas, aunque en algunos casos podría ser irreversible, con los riesgos de infección que supondría.
La vibración sigue su camino hacia el oído interno, pasando por los huesecillos del oído medio (martillo, yunque y estribo); estos vibran de forma exagerada y el movimiento generado en el oído interno es muy brusco. Todo esto puede provocar una pérdida de audición con mala discriminación que puede empezar en la frecuencia 4000 Hz (la zona más sensible) y extenderse por todos los sonidos más agudos, llegando a provocar una hipoacusia que repercuta en la vida de la persona.
La clave a la hora de protegerse es prevenir. Lo ideal sería evitar estar expuesto al sonido de los petardos. Si esto no es posible lo importante es mantener toda la distancia que podamos ante estas fuentes de sonido, ya que por cada metro que nos alejamos del ruido estamos disminuyendo 6dB la intensidad. La última opción sería utilizar protectores auditivos.
Quemaduras
Las principales complicaciones derivadas del uso de artefactos pirotécnicos son las quemaduras y la pérdida de tejidos, llegando incluso en ocasiones a ser necesaria la amputación de parte de la extremidad afectada. Cuanto más elevada sea la temperatura y el tiempo de contacto con la actividad pirotécnica más profunda será la quemadura, lo cual aumenta el riesgo de complicaciones. Estas lesiones se acompañan de enrojecimiento de la piel, flictenas, dolor con sensación de quemazón (según el grado de afectación de la dermis) e inflamación.