Begoña Sánchez Orduña, psicóloga clínica Vithas Vitoria Cambiar de hábitos en cuanto a la rutina, siempre crea un efecto secundario en las personas, aunque no nos demos cuenta. El confinamiento por la Covid19 ha provocado que muchos trabajadores tengan que desempeñar su...
Begoña Sánchez Orduña, psicóloga clínica Vithas Vitoria
Cambiar de hábitos en cuanto a la rutina, siempre crea un efecto secundario en las personas, aunque no nos demos cuenta. El confinamiento por la Covid19 ha provocado que muchos trabajadores tengan que desempeñar su trabajo desde casa y, al cambiar la rutina, influye en nuestro estado de ánimo.
Todos en algún momento nos hemos sentido decaídos, bajos de ánimo y ello nos puede llevar a descuidarnos físicamente, pero la clave para sobrellevar todos estos cambios está en sentirte bien contigo mismo; si te sientes a gusto con el reflejo que proyectas en el espejo, te sentirás mucho mejor.
Nuestra salud tanto física como psíquica, necesita de rutinas para mantenerse equilibrada, seguir con nuestras pautas habituales ya que la constancia y regularidad nos proporcionan seguridad y control sobre nuestro entorno, y por tanto, reportan positivamente en nuestro rendimiento. En contraposición, la desorganización genera caos y éste a su vez genera estrés, el cuál es perjudicial para la productividad y para nuestra salud.
Cuando vamos a la oficina realizamos una rutina: te levantas, desayunas, te duchas, te vistes y maquillas… Por ello es importante que sigamos realizando la misma rutina porque de igual manera nuestro cerebro ha de asimilar que seguimos “yendo a trabajar”, a pesar de no desplazarnos de casa.
Si tenemos por costumbre maquillarnos cada mañana para ir a la oficina, hemos de intentar seguir con esa misma rutina ya que necesitamos seguir manteniendo ese hábito para que nuestra cabeza se active en “modo trabajo”, y así mantener una buena motivación y, por tanto, una correcta productividad.
Funciona de igual manera con la ropa, es decir, debemos diferenciar el atuendo de “estar por casa” del de teletrabajar para así crear dos contextos: por una parte el de trabajo asociado a una vestimenta y aspecto físico cuidado (maquillaje, peinado), y por otra parte el pijama o ropa informal para disfrutar de nuestra casa e intimidad.
Esto nos ayudará a que nuestro cerebro diferencie dos contextos distintos (el laboral del doméstico) y por tanto nos ayude a concentrarnos, focalizarnos en nuestro desempeño laboral y por tanto mejorar la productividad. De igual manera, si nos vemos mejor físicamente al arreglarnos, nuestro estado de ánimo mejorará fomentando un sentimiento de bienestar y, por ende, nuestra atención, creatividad y en definitiva nuestra productividad se verá beneficiada.