Además de los efectos negativos debido a un exceso de exposición solar a corto y largo plazo como las quemaduras, el cáncer o el fotoenvejecimiento, la dermatóloga Raquel Sánchez Castaño, del Hospital Vithas Valencia Consuelo, apunta que existe una amplia variedad de enfermedades cutáneas que...
Además de los efectos negativos debido a un exceso de exposición solar a corto y largo plazo como las quemaduras, el cáncer o el fotoenvejecimiento, la dermatóloga Raquel Sánchez Castaño, del Hospital Vithas Valencia Consuelo, apunta que existe una amplia variedad de enfermedades cutáneas que pueden causar “lesiones de diferentes tipos y prurito tras la exposición solar”.
Entre ellas, los síndromes de fotosensibilidad forman un grupo muy amplio de enfermedades “que incluyen las formas idiopáticas (primarias) como la erupción polimorfa lumínica (EPL) y sus variantes (erupción primaveral juvenil, Erupción polimorfa sin rash), la dermatits actínica crónica (CAD), el prurigo actínico, el hidroa vacciniforme, la urticaria solar, además de la fotosensibilidad inducida por fármacos y agentes químicos, y la amplia variedad de dermatosis agravadas de forma secundaria por la exposición solar”.
Una de las fotodermatosis más frecuentes es la EPL (erupción polimorfa lumínica). Tal y como explica la doctora Sánchez Castaño, se caracterizada “por la aparición de brotes recurrentes de una erupción papulovesicular pruriginosa en áreas expuestas minutos u horas después de la exposición solar. Se utilizan corticoides tópicos u orales de forma sintomática y se recomienda la restricción en la exposición a radiación UV y el uso de fotoprotectores con factor alto. Si estas medidas son insuficientes se puede realizar profilácticamente tratamiento mediante PUVA o UVB de banda estrecha durante la primavera”.
La dermatitis actínica crónica (CAD) se manifiesta como una dermatitis crónica en zonas expuestas. En el prurigo actínico aparecen nódulos y pápulas muy pruriginosos, excoriados predominantemente en cara y en zona distal de las extremidades; el hidroa vacciniforme se caracteriza por la aparición de máculas y ampollas; la urticaria solar aparece como eritema y habones urticariales poco tiempo después de la exposición sin respetar áreas cubiertas. La doctora Sánchez Castaño advierte de que cosméticos, productos industriales y algunos agentes terapéuticos como los AINES tópicos a los que se une la fotoexposición “pueden inducir fotoalergias o fototoxias con un patrón clínico extremadamente variable”.
Además de todo esto, existe un amplio grupo de enfermedades cutáneas cuyo origen no es de forma directa la foto exposición pero que pueden ser agravadas o precipitadas por ella como son el lupus eritematoso, la enfermedad de Darier, las porfirias etc.
En todos estos casos “es obvio que se debe cuidar la piel en verano y para ello, recomendar el uso de fotoprotectores de factor alto, ropa, sombreros y todas aquellas conductas que nos ayuden a evitar el sol”.