Cuando un pequeño tiene algún problema a corregir mediante técnicas ortopédicas se nos vienen a la cabeza imágenes del cine tipo “Forrest Gump”, calzado tipo Frankenstein, etc. Pero afortunadamente ya no es así, cada día la ortopedia evoluciona para favorecer la normalidad en sus paciente...
Cuando un pequeño tiene algún problema a corregir mediante técnicas ortopédicas se nos vienen a la cabeza imágenes del cine tipo “Forrest Gump”, calzado tipo Frankenstein, etc. Pero afortunadamente ya no es así, cada día la ortopedia evoluciona para favorecer la normalidad en sus pacientes y que puedan llevar una vida plena mientras se recuperan.
En mi trayectoria como ortopeda infantil puedo destacar una serie de problemas más comunes en los pies de los niños. Son los siguientes:
Pies planos
La mayoría de los bebés nacen con los pies planos y van desarrollando los arcos de los pies a medida que van creciendo. Pero en algunos niños, el arco nunca se acaba de desarrollar por completo. Lo primero que suelen percibir los padres es que su hijo tiene lo que ellos describen como unos “tobillos débiles” (que parecen torcerse hacia dentro debido a la forma de los pies). A los padres de niños con pies planos les preocupa que sus hijos sean más torpes que otros niños, pero los médicos afirman que los pies planos no deberían ser motivo de preocupación y no deberían interferir en la práctica deportiva. A veces, los ortopedas recomendamos introducir en el calzado unas plantillas con soportes especiales para el arco a fin de reducir el dolor, si este existiera.
Pies cavos.
Es lo contrario al pie plano. Existe un puente excesivamente alto. Es frecuente que existan más casos en la familia. La mayoría son casos leves que no ocasionan un problema especial, salvo la dificultad de encontrar un calzado cómodo. Pero en casos severos pueden deformar progresivamente el pie, alterar la marcha y provocar dolor. En estos casos un calzado ortopédico especifico es lo más adecuado y en casos muy severos, la cirugía.
Pies hacia dentro (con Metatarso Varo).
Puede ser debido a diversas circunstancias. Una circunstancia muy frecuente y apreciable al nacimiento y niños muy pequeños es el “metatarso varo”. Por problemas de espacio en el útero, la parte delantera del pie se inclina y se mete hacia dentro, adquiriendo la planta un aspecto “de riñón”. Con ejercicios de estiramientos adecuados, se va corrigiendo sin dificultad.
Pies zambos.
Son muy parecidos a los pies de metatarso varo pero estos, son rígidos, no se corrigen con la mano y con estiramientos. No pueden doblarse hacia arriba y no se enderezan. Estos pequeños necesitan un tratamiento ortopédico de enyesado correctivo y ortesis a medida, que progresa con su crecimiento junto con el calzado que usará en la infancia.
Pies “hacia fuera”.
Suelen indicar la existencia de un pie plano-flexible. Como hemos dicho antes, suele ser un rasgo familiar y salvo casos severos y dolorosos, no será necesaria ninguna medida.
Pies talos “hacia arriba”.
Debido a posturas dentro del útero, muchos recién nacidos nacen con los pies hacia arriba, dirigiendo los dedos hacia la pierna quedando el talón bajo. Si el pie se corrige con la mano y se puede extender sin forzar el pie, estos casos suelen corregirse con estiramientos y en pocos meses. Solo los pies talos rígidos que no se pueden reducir, necesitaran un tratamiento más específico o cirugía en los casos más severos.
Marcha en puntillas.
Cuando los pequeños no llegan a un objeto que quieren, alentados por su gran curiosidad, suelen ponerse de puntillas. Pero si estas puntillas persisten en todos los pasos, en una marcha normalizada, se debe hacer observar. No debe darse pasados los 3 años, de ser así, el pediatra debe valorarlo para descartar otros problemas y si lo viera necesario, poner un tratamiento ortopédico.
En conclusión, debemos estar muy pendientes de la evolución de los pies de nuestros pequeños, puesto que, como un árbol, son las raíces de nuestro cuerpo y la base de este.