Octubre es el mes de sensibilización sobre el cáncer de mama y por esta razón hoy vamos a hablar de una de las tecnologías clave a la hora de abordar esta patología: el mamógrafo. Se trata un aparato de Rayos X que permite buscar signos de cáncer de mama en sus etapas iniciales. Las mamografías habituales son las mejores pruebas con que cuentan los médicos para detectar el cáncer de mama en sus etapas iniciales, a veces hasta tres años antes de que se pueda sentir. El mamógrafo está diseñado para que el haz de Rayos X atraviese la mama y plasme la imagen de ésta en una película sensible a los Rayos X. Para cada exposición la mama es mantenida en compresión de manera que se adquiera una imagen clara y nítida.
¿Cómo se utiliza?
La paciente se colocará de pie frente a una máquina especial de Rayos X. Una tecnóloga colocará su mama sobre una placa de plástico transparente y después cubrirá esa mama con otra placa, presionando firmemente. Las placas aplanarán la mama y la mantendrán inmóvil mientras se toma la radiografía, lo que suele provocar algo de presión. Los pasos se repiten para tomar una imagen del costado de la mama. Posteriormente, le sacarán una radiografía a la otra mama de la misma forma. Las mamografías de cada mujer pueden verse un poco distintas porque no hay mujeres con mamas idénticas.
¿Qué beneficios tiene?
La mamografía, como método de detección precoz, se ha posicionado como el único realmente válido para detectar los tumores en sus fases iniciales, lo que no solo aumenta las posibilidades de supervivencia, sino que permite el uso de tratamientos menos agresivos con una menor repercusión sobre la calidad de vida de la mujer. Las campañas de detección precoz están indicadas para mujeres a partir de los 45-50 años, aunque si no hay antecedentes familiares no está recomendada antes de esa edad porque las mamas son más densas y más difíciles de ver.
La mamografía tiene una sensibilidad del 90 por ciento, es decir, es capaz de descubrir más del 90% de los tumores de mama. Además, permite su detección cuando aún no son palpables. La radiación de las mamografías –en concreto de los mamógrafos o aparatos para realizar la prueba- es irrelevante y no supone ningún riesgo para la mujer.