Para prevenir las otitis de verano es importante evitar zambullidas extensas así como el uso de bastoncillos. Para los cortes de digestión no debemos bañarnos después de practicar ejercicio, tras una exposición prolongada al sol o tras la ingesta de alimentos.
El verano, al igual que el invierno, trae sus propias complicaciones de salud provocadas, sobre todo, por el uso del aire acondicionado, permanecer largos periodos en el agua o por las actividades en espacios abiertos. “La mayoría de los procesos infecciosos estivales entre los más pequeños son de origen viral. En el caso de las infecciones respiratorias, la laringitis suele ser viral en el 90% de los casos. Lo mismo sucede con la faringoamigdalitis pero, cuando viene acompañada de fiebre, dificultad para tragar y dolor abdominal, debe ser consultado por pediatría porque podría ser de origen bacteriana”, señala la doctora Soledad Rodríguez, pediatra del Hospital Vithas Madrid Arturo Soria.
Las otitis externas son muy frecuentes en esta época y se deben a la incrementada exposición al agua de conducto auditivo externo. “Este tipo de otitis es diferente a la que se diagnostica en invierno, que se produce cuando se inflama el oído medio. Para prevenirla es importante evitar las largas zambullidas durante el baño en playas y piscinas, así como el uso de bastoncillos u otros objetos para manipular oídos”, señala la pediatra.
La gastroenteritis también es una de las afecciones más comunes. En este sentido, la doctora Soledad Rodríguez señala que existen dos tipos que se caracterizan por vómitos, dolor abdominal y diarrea y que puede provocar deshidratación; la primera, la gastroenteritis vírica, y la segunda, que es bacteriana, debida a la contaminación de alimentos y en la que se debe acudir de inmediato a urgencias.
Por otro lado, los cortes de digestión y las picaduras también son habituales durante el verano. Para el control de picaduras es importante llevar ropa y calzado adecuados, y repelente. Para evitar los cortes de digestión no debemos bañarnos después de practicar ejercicio, tras una exposición prolongada al sol o tras la ingesta de alimentos y, si nos bañamos, hacerlo de forma progresiva y lenta para adaptarnos a la temperatura del agua.
“Cuanto más fría esté el agua y más elevada sea la temperatura corporal, más acusado será el llamado síncope por hidrocución. Durante el proceso de la digestión, el estómago necesita mayor aporte de sangre, por lo tanto, favorece que el cerebro reciba una menor cantidad de sangre y, por ende, de oxígeno, lo que puede provocar una pérdida de conocimiento o síncope, o una parada cardiaca”, explica la doctora Mª Jesús Pascual, jefa del servicio de pediatría del Hospital Vithas Madrid Aravaca.
“Los cortes de digestión se deben al cambio de temperatura brusco al contacto con el agua luego de la ingestión de alimentos. Los síntomas más frecuentes son visión borrosa, náuseas, mareos y dolor de cabeza. Ante ellos, es fundamental salir del agua inmediatamente, reposar durante unas horas y, si se mantiene la sintomatología, acudir de inmediato a urgencias”, explica la Dra. Soledad Rodríguez, pediatra del Hospital Vithas Madrid Arturo Soria, quien recomienda la importancia de la hidratación entre los más pequeños y evitar la exposición al sol en los momentos de más intensidad del día (entre las 12 y 17 horas) y usar cremas fotoprotectoras con factor de protección mayor de 50.