Síndrome de Asperger: Un diagnóstico muy conocido y desactualizado

Síndrome de Asperger: Un diagnóstico muy conocido y desactualizado

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El síndrome de Asperger se refiere a una forma de autismo en la que no hay discapacidad intelectual ni dificultades significativas en el lenguaje formal. Se trata de una categoría que ha desaparecido en las últimas versiones de los sistemas de clasificación utilizados internacionalmente.

Desde el año 2013 con la Clasificación DSM-V, se decide incluir este diagnóstico dentro del Trastorno del Espectro Autista, concretamente de grado 1.

Coloquialmente aún se sigue reconociendo en muchas ocasiones como “Síndrome de Asperger o TEA de Alto Funcionamiento”.

Las personas que, en su día recibieron dicho diagnóstico, comparten las siguientes características:

  • Dificultades para establecer y mantener relaciones sociales.
  • ⁠Dificultades para la comunicación, a pesar de tener un buen nivel de desarrollo del lenguaje, mostrando:
    • Problemas en la comunicación no verbal: interpretar gestos, expresiones…
    • Prosodia peculiar, empleando un tono monótono en el discurso.

    • Son personas muy literales, les cuesta entender los dobles sentidos, las bromas o las ironías.

  • Presentan cierta inflexibilidad cognitiva, son rígidos en el carácter, con comportamientos repetitivos, les cuesta salir de la rutina.
  • ⁠Muestran intereses muy restringidos en temas específicos, que pueden variar a lo largo del tiempo.
  • ⁠Otros aspectos que pueden estar presentes: hipersensibilidad sensorial, movimientos estereotipados o trastorno de la coordinación motora.

Sin embargo, también presentan grandes fortalezas. Presentan un nivel cognitivo en el promedio o superior. Pueden tener grandes habilidades en algunas áreas como la memoria, las matemáticas o la informática, la ciencia o el arte.

¿Cómo mejorar la comunicación con una persona con Síndrome de Asperger?

  • Reflexionar sobre la dificultad que puede suponer para esa persona las relaciones sociales.
  • ⁠Utilizar lenguaje directo y conciso, evitando la ambigüedad.
  • ⁠Respetar su espacio y dar el tiempo necesario.
  • ⁠Evitar utilizar bromas, sarcasmos, dobles sentidos…
  • ⁠Preguntar directamente a la persona cómo le podemos ayudar.

Comprender y respetar los diferentes trastornos del neurodesarrollo es clave para crear un entorno de empatía y aceptación de la neurodiversidad que enriquece nuestra sociedad.

Como equipo, en el Instituto de Neurociencias apostamos por ofrecer un diagnóstico precoz, intentando poner nombre a lo que le sucede al paciente, tratando de ofrecerle un abordaje multidisciplinar y poder lograr el mejor pronóstico a largo plazo.

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