¿Cómo impactan los ultraprocesados en nuestra salud?

¿Cómo impactan los ultraprocesados en nuestra salud?

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Los ultraprocesados son productos industriales que, al consumirlos, nos generan una especie de adicción. A nuestro paladar le gustan, pero su valor nutricional no es precisamente el mejor.

¿Te has sentado en el sofá con una bolsa de patatas y no puedes parar de comerlas? Y si las acompañas de un refresco azucarado, mejor que mejor. De remate, un bollo dulce para cerrar el círculo. Son ultraprocesados. Productos industriales que, al consumirlos, nos generan una especie de adicción. A nuestro paladar le gustan, pero su valor nutricional no es precisamente el mejor.

¿Cómo impactan en nuestra salud?

Los ultraprocesados se obtienen de la mezcla de diferentes ingredientes procesados y aditivos, que no están en su forma natural. Una combinación pensada para que sean gustosos y sabrosos, a través de los aditivos que mejoran su sabor y textura. Por ello, nos incitan a comer y dificultan la sensación de sentirnos llenos. De estar saciados.

En general, los ultraprocesados son baratos de producir. Tampoco son perecederos. Es decir, que su venta está asegurada. Entre sus ingredientes encontramos azúcares, sal, grasas, harinas refinadas o potenciadores de sabor.

Por el contrario, carecen de vitaminas, minerales y fibra.

Obesidad y diabetes

Un ejemplo de lo que calificamos como ultraprocesados son la bollería industrial, las galletas, todo tipo de ‘snacks’ y refrescos, entre otros. En cambio, no conviene confundirlos con las legumbres, la avena, el arroz o las conservas de  vegetales. Aunque  también los consumamos envasados, estos últimos no son ultraprocesados.

Y es que la finalidad de los productos ultraprocesados no es nutrirnos. Sí están diseñados para gustarnos mucho. Gran parte de la población los consumimos de manera habitual. Un consumo que está directamente relacionado con el desarrollo de varias patologías. Es el caso de obesidad, diabetes tipo 2 y cambios perjudiciales en nuestra microbiota intestinal.

Por eso, si queremos favorecer nuestra salud y estar bien nutridos, necesitamos consumir comida real, lo que se cultiva y se cría en nuestras tierras. Lo que nos da la naturaleza. Por ejemplo: frutas y verduras frescas, legumbres, carnes, pescados y huevos sin aditivos, lácteos naturales…

¿Lo ponemos en práctica?

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