¿Cómo influye tu peso al nacer para desarrollar ciertas patologías?

¿Cómo influye tu peso al nacer para desarrollar ciertas patologías?

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Nuestro peso al nacer es un factor crucial que puede tener impacto significativo en la salud a lo largo de la vida. Un peso inadecuado, ya sea bajo o excesivo, está asociado con un mayor riesgo de desarrollar diversas patologías. Con el aumento de los casos de bebés con bajo y alto peso al nacer en España, es esencial prestar atención a este indicador desde los primeros momento de vida para asegurar un desarrollo saludable.

Nuestro peso al nacer es algo muy serio y a tener en cuenta. ¿Por qué? Porque puede influir a la hora de desarrollar ciertas patologías.

Quienes primero lo percibieron fueron las compañías aseguradoras estadounidenses, pioneras en estudios sobre la previsión de la salud. En los años 60 y 70 del siglo XX, se dieron cuenta de que pesar menos de 2,5 kilos al nacer tenía consecuencias en la edad adulta. Existía más propensión a sufrir infartos de miocardio. Y subían las primas a esta clientela.

Fue algo más tarde, en los 80, cuando se confirmó dicha relación, con una mayor prevalencia de los problemas cardiovasculares y de hipertensión.

Entre 2,5 y 4 kilos es el peso en el que oscila un bebé al nacer. Por lo general, suelen quedarse en los 3 kilos y pico. Es lo usual en los embarazos ‘tipo’. Es decir, los que finalizan a las cuarenta semanas. Diez ciclos lunares, nada de 9 meses.

Así, para los bebés que nacen en la semana 40, el promedio es que los niños pesen 3,5 kilos y midan 50 centímetros. Las niñas, poco menos, unos 3,3 kilos y 49 centímetros.

Sin embargo, un parto es normal si se produce entre las semanas 37 y 42. Por ello, hay que ajustar ese peso y medida al tiempo de gestación. Porque un peso correcto para la semana 37 puede no serlo para la 40.

Por eso, y aunque no es habitual, resulta clave pesar y tallar bien a los bebés. El peso conviene anotarlo nada más nacer, ya que pierden algo al cabo de unos días. La talla, mejor hacerlo a las 24 horas del nacimiento. Es entonces cuando baja la hinchazón de la cabeza.

Resultados ambos que sirven para catalogar al recién nacido, y cuyas consecuencias son importantes, por lo que conviene hacerlo bien.

Como dato, hay que saber que, en los últimos 20 años, en España ha aumentado el número de bebés nacidos con bajo peso, menos de 2,5 kilos. De los 15.000 recién nacidos al año, casi 500 están en esa categoría.

Casi la mitad de ellos alcanzará el peso adecuado en los siguientes meses. Pero un 40% tendrá una recuperación exagerada y engordará demasiado rápido. Es muy perjudicial, porque ese subidón se relaciona con mayor prevalencia del síndrome metabólico (diabetes y obesidad) y de la hipertensión.

¿Y el otro 10%? Se quedarán pequeños, y pueden necesitar tratamientos con hormonas del crecimiento.

Por eso, nacer con menos de 2,5 kilos implica un seguimiento para comprobar si, a los 2 años, talla y peso evolucionan adecuadamente. Si no ocurre, es necesario que un especialista monitorice su crecimiento. Porque existe un riesgo mayor de sufrir algunas patologías y trastornos. Por ejemplo, pubertades adelantadas, síndrome metabólico y hasta TDH.

Y mejor no arreglarlo con dietas especiales o fórmulas enriquecidas, como ocurría hace varios años. Es mala idea. No tenemos que buscar un crecimiento rápido. Al contrario, debemos evitar su sobrepeso. Porque al igual que nacer con bajo peso, hacerlo con uno alto tiene consecuencias.

Y hay que vigilarlo. Padres grandes, engordar mucho durante el embarazo, la diabetes gestacional y afecciones genéticas pueden causar que el bebé registre un alto peso al nacer. Por encima de los 4 kilos. Ello complica el parto, pero también incrementa el riesgo del bebé a sufrir azúcar en sangre.  O ictericia y problemas respiratorios. Y en el futuro, puede tener más propensión a regular mal el azúcar y tender al sobrepeso y obesidad.

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