Juanma Gámez es el Director de Enfermería de Vithas la Salud en Granada. Tras una larga experiencia en el mudo de la sanidad y en el hospital charlamos con él y hace una reflexión al respecto de la deshumanización que en muchos casos ha podido observar entre sus compañeros de profesión. Además entona el mea culpa y se incluye así mismo.
P: ¿En qué situaciones ve esa deshumanización?
R: Cada día, por ejemplo, cuando pasamos por el pasillo de una zona quirúrgica, en la que un paciente, nervioso, asustado y con ojos brillantes, aguarda su turno para pasar a quirófano y ni siquiera le hemos dicho:
“Hola, ¿qué tal se encuentra? No se preocupe, todo va a ir bien”
O por ejemplo, cuando algún familiar nos pregunta:
Disculpe, ¿me podría decir cuánto tiempo le queda para salir de reanimación a mi mujer?; es que lleva ya cinco horas y nadie nos dice nada, por favor.
Y simplemente, nos apremiamos a decirle: Es que yo no soy de este servicio…
Y continuamos nuestro camino, dejando atrás a un marido angustiado, más si cabe, porque acaban de mutilar a su mujer por padecer un carcinoma de mama ductal infiltrante que les cambiará el resto de su vida...
P: ¿A qué se debe la falta de empatía en la relación con el paciente?
R: Nos tomamos la licencia de tratar a las personas como si fuésemos los poseedores de la verdad absoluta, dejando de lado valores tan importantes como el respeto y la igualdad. Estas cosas pasan y pasan más de lo que deberían. No entiendo esta deshumanización en personas que se supone que nos dedicamos a cuidar, deberíamos empatizar más y ser más cercanos con ellas, ya que creo que necesitan esto más que nuestra destreza técnica.
P: ¿Qué se podría hacer?
R: Es importante ampliar el espectro del cuidado integral, incluyendo la parte emocional, que es igual de poderosa que la parte técnica en determinadas etapas del proceso de la enfermedad. Una solución sería reforzar, el respeto y la cercanía como valores primordiales, a lo largo del periodo de formación de aquellos profesionales que prestan servicios a los demás, por aquellos otros que se dedican a enseñar.
De acuerdo con la investigación llevada a cabo por Suzanne P.Smith, hay más de un 85% de pacientes que cuando intentan describir lo que ellos consideran como un buen enfermero, comienzan a hablar de actitudes y sentimientos, en vez de aptitudes técnicas. Los pacientes usan palabras como amabilidad, ayuda, paciencia, afectuosidad, alegría, cariño, consideración, animosidad y, también, valoran las muestras de interés, escucha y charla por parte del enfermero, mientras únicamente el 15% restante hablaba sólo de eficiencia, observación, vigilancia y aptitud para realizar su trabajo. Así que si, para la mayoría es importante.
Con esta reflexión, simplemente pretendo unirme a todos aquellos que, desde hace mucho tiempo, creen en la implicación emocional enmarcada en el trabajo diario de todos aquellos profesionales que nos dedicamos a cuidar. Se pueden establecer cuidados al paciente de forma holística, es decir, ser profesional y por tanto sustentarnos en base científica, pero con una visión orientada al ser humano. Y por qué no, desarrollar un programa docente donde se encuadre este paradigma para generaciones presentes y futuras.
Estamos en un momento de cambios constantes que afectan a todas las organizaciones, incluidas las sanitarias, pero ello no debe de desviarnos de lo realmente importante: ayudar a las personas que se entregan a nosotros porque, por sí solas, no son capaces de cubrir sus necesidades básicas.
Como decía Robin Williams en la maravillosa película 'Patch Adams', “no olvidemos que cuando se trata una enfermedad se gana o se pierde, pero cuando se trata una persona ¡les garantizo que siempre se gana, sin importar el resultado!”