Una de las posibles causas del retraso en el aprendizaje del lenguaje oral y escrito puede tener relación con el abuso por parte de los niños de los móviles y/o tablets. No sólo eso, sino que puede afectar al sueño -y consecuentemente a la conducta- y acabar provocando nomofobia, o dependencia ...
Una de las posibles causas del retraso en el aprendizaje del lenguaje oral y escrito puede tener relación con el abuso por parte de los niños de los móviles y/o tablets. No sólo eso, sino que puede afectar al sueño -y consecuentemente a la conducta- y acabar provocando nomofobia, o dependencia del móvil. Así lo advierte el psicólogo y coordinador de la Unidad de Salud y Desarrollo Infanto-Juvenil del Hospital Vithas Fátima, Pablo Alborés Cabaniña.
El psicólogo reconoce que una de las cuestiones que más preocupa a los especialistas en la salud del niño es el mal uso que se le está dando a los dispositivos móviles y tablets, y la forma en que su generalización influye de forma muy patente en el desarrollo de la comunicación y sueño.
Sin duda, la nomofobia afecta también a adultos, pero cuando esta dependencia de las nuevas tecnologías hace que se retrase el aprendizaje del lenguaje oral o escrito de un niño/a, las consecuencias pueden ser mucho más graves, ya que esto conlleva, lógicamente, también una alteración en el ritmo de aprendizaje.
Utilizar el teléfono móvil o la tablet como sustituto del juego o como apaciguador de pataletas infantiles “está alterando la forma natural de comunicación que un niño debe de tener durante su desarrollo evolutivo, creando formas alternativas de comunicación” y ocasionando, entre otras dificultades, un retraso en la adquisición del lenguaje oral y escrito; dificultades de comprensión; y alteraciones de la conducta, como irritabilidad. También puede ocasionar dificultades a la hora de realizar un diagnóstico diferencial de otros trastornos del desarrollo.
Por otra parte, la utilización de pantallas en momentos previos al sueño, tanto en edades tempranas como en niños o en adolescentes, se ha demostrado que produce alteraciones en la producción de melatonina, la hormona encargada de regular los niveles del sueño. También provoca alteraciones de la conducta, y en el rendimiento escolar.
Hay tratamiento
Alborés Cabaniña destaca que tanto la nomofobia, como el resto de alteraciones que se deben al mal uso y al uso no supervisado de los teléfonos móviles y tablets, tienen tratamiento, “pero sin duda, en este caso como en otros, la mejor medida es la prevención”.
El Hospital Vithas Fátima aconseja, como primera medida de prevención, “hablar mucho más con nuestros hijos, sustituir el uso de tablets y smartphones por relaciones lúdicas con otros niños en el parte, o practicando deporte” y de manera muy importante “no utilizar los dispositivos con pantalla, al menos, una hora antes de acostarnos”. Según Pablo Alborés, “los resultados positivos se constatan a los pocos días”.
Si estas acciones no son suficientes, es necesaria una valoración por parte de los profesionales de la Unidad de Salud y Desarrollo Infanto-Juvenil del Hospital Vithas Fátima, de Vigo. Esta unidad especializada del Hospital Vithas Fátima, de Vigo, está compuesta por un psicólogo infantil especialista en valoración y tratamiento de TDA; un neurólogo; un psiquiatra; y un neurofisiólogo; que se unen al Dr. Pablo Alborés, coordinador de la Unidad y especialista en psicología clínica infanto juvenil.
Esta Unidad, primera de ámbito hospitalario que diagnostica y trata estas patologías en el Sur de Galicia, nace para explicar las relaciones cerebro-conducta del niño y del adolescente dentro del contexto sociocultural que enmarca su desarrollo, haciendo especial énfasis en atender aquellas dificultades que vayan apareciendo en su proceso evolutivo y de aprendizaje.
De esta manera, estos profesionales del Hospital Vithas Fátima se especializan en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de cualquier necesidad de aprendizaje, cognitiva o conductual que aparezca durante la etapa de desarrollo del niño y en su adolescencia. Las más frecuentes son el Trastorno por Déficit de Atención (TDA); la hiperactividad; el trastorno específico del aprendizaje; el trastorno del espectro autista (TEA) las dificultades del lenguaje; y los trastornos del lenguaje y/o de la conducta.