Hay dos formas bastante significativas en la que nos puede afectar la primavera: Euforia primaveral, que trae, por supuesto, un efecto positivo ya que el aumento de luz y temperatura provoca ajustes en nuestros metabolismo con cierta hiperactividad y hace que nuestro estado de ánimo sea m...
Hay dos formas bastante significativas en la que nos puede afectar la primavera:
Euforia primaveral, que trae, por supuesto, un efecto positivo ya que el aumento de luz y temperatura provoca ajustes en nuestros metabolismo con cierta hiperactividad y hace que nuestro estado de ánimo sea muy bueno. Nuestro sistema segrega feromonas, dopamina y oxitocina y nos sentimos más desinhibidos y felices.
En este caso, sería, al contrario, astenia primaveral, que se considera un trastorno adaptativo, pero, ¿Qué es?
Según recoge el diccionario de la RAE, la astenia es la falta o decaimiento de fuerzas caracterizado por apatía, fatiga física o ausencia de iniciativa. En realidad, no existe un consenso científico firme, la mayoría de los profesionales consideran la astenia primaveral como un trastorno de adaptación que algunas personas pueden sufrir de forma más intensa con el cambio de estación del invierno a la primavera. Un trastorno temporal que sufre nuestro cuerpo debido a factores como el aumento de temperatura y luz o al cambio horario.
Afecta al 5% de la población, especialmente entre los 20 y los 50 años, incidiendo más en las mujeres que en los hombres, normalmente durante los meses de marzo, abril y mayo.
Factores que influyen en la astenia primaveral:
Las semanas de transición entre el invierno y la primavera implican un progresivo aumento de las temperaturas y de la presión atmosférica.
Dado que muchos de los mecanismos fisiológicos de nuestro cuerpo están claramente relacionados con las horas de luz y oscuridad, la astenia primaveral podría ser una manifestación normal del proceso de adaptación del cuerpo a las nuevas condiciones de luminosidad. Tenemos más horas de luz y esto implica que cada día anochezca un poco más tarde. Esto sumado al cambio de hora, influye en nuestro ritmo sueño-vigilia.
Cambios de rutina: horarios de comidas y por tanto cambios en la alimentación, más horas de tiempo de ocio y retraso del momento de irnos a la cama.
Hay que tener en cuenta también cambios derivados de la situación particular de cada persona que puede afectar directa o indirectamente a la secreción hormonal de cortisol, endorfinas o melatonina, principales reguladores de nuestros ciclos biológicos.
¿Cuáles son los síntomas?
Trastornos temporales del sueño: desde dificultad para conciliar el sueño como alteraciones en el ritmo del sueño con despertares nocturnos lo que puede provocar somnolencia diurna y aumento de la fatiga.
Sensación de cansancio generalizado y falta de energía.
Problemas de concentración.
Irritabilidad o nerviosismo, alteraciones en el estado de ánimo.
Apatía, tristeza injustificada, desmotivación.
Falta de apetito.
Dolor de cabeza más frecuente o intenso de lo habitual.
Disminución de la libido.
Consejos para combatir la astenia primaveral:
Dieta rica en vitaminas y minerales: una alimentación sana y equilibrada, rica en verduras, frutas y legumbres, proporcionan al organismo vitaminas, minerales y antioxidantes que facilitan la tarea de combatir la fatiga y el decaimiento. Es muy importante proporcionar al cuerpo los suficientes nutrientes en forma de alimentos frescos y limitar al máximo el consumo de alimentos procesados, ricos en grasa, fritos, dulces y harinas refinadas.
Es preferible repartir el consumo de alimentos diario en mayor número de comidas si se precisa con menor cantidad por ingesta, lo que facilitará una buena digestión y evitaremos la pesadez postprandial y por ende la sensación de somnolencia tras las mismas.
Buena hidratación: es primordial mantenernos hidratados a lo largo del día, pues la deshidratación causa fatiga mental y dificultad para la concentración.
Evitar abusar de alimentos con alta concentración de excitantescomo la cafeína ya que puede aumentar el nerviosismo y dificultar el descanso.
No se recomienda la toma de sustancias con propiedades revitalizantes sin previa consulta con el médico; la toma de suplementos alimentarios debe ser regulada por un especialista. Los productos naturales no son inocuos y pueden tener efectos adversos o interaccionar con alguna medicación si se consumen sin control médico.
Ejercicio moderado diario. Mantenerse activo es el mejor antídoto contra el cansancio y la apatía. El ejercicio físico es un antidepresivo natural, ya que activa la producción de serotonina, una hormona estrechamente relacionada con nuestro estado de ánimo.
Mayor exposición solar, con la adecuada protección, mejora el estado de ánimo y contribuye a que el organismo se adapte antes a la transición de los días fríos y oscuros del invierno a la luminosidad de los días primaverales.
Los cambios en las rutinas diarias suelen generarnos una ligera inestabilidad nada conveniente para minimizar los efectos de la astenia. En la medida de lo posible mantén una regularidad en tus horarios, esto ayudará a que la transición sea más fluida.
Desconexión tecnológica: dejar, siempre que sea posible, de utilizar los dispositivos electrónicos unas 2-3 horas antes de acostarse. La luz que emiten estos dispositivos altera nuestra capacidad de conciliar el sueño y disminuye el descanso.
Respetar los patrones del sueño: Establecer una rutina de descanso y acostarse cada día aproximadamente a la misma hora. Un correcto descanso es esencial para recargarnos de energía y permitirnos funcionar a pleno rendimiento física e intelectualmente. Es muy importante no escatimar en horas de sueño y concedernos las que nuestro organismo nos demanda. Cada persona tiene unas necesidades de sueño distintas en función de su edad, su actividad…pero por lo general se recomienda dormir un mínimo de 7- 8 horas.
Una buena temperatura en el dormitorio, en torno a los 20ºC sería lo ideal, facilita el sueño y nos ayuda a descansar.