Siete claves para recuperarte de los excesos en la mesa

Siete claves para recuperarte de los excesos en la mesa

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Hay momentos del año, como Navidad, cumpleaños, bodas, fiestas de verano o celebraciones varias en que los banquetes, comilonas y empachos están a la orden del día. Unos excesos en la mesa que pasan factura cuando queremos volver a la rutina.

¿Cómo hacerlo? Lo primero de todo para hacer frente a los excesos en la mesa, debemos huir de fórmulas mágicas, dietas milagro o ayunos. No solo no necesitas pasar hambre o sucumbir al bombardeo de dietas que aparecen en esta época del año. Es que hacerlo puede ser contraproducente, y el comienzo de una mala relación con la comida.

También hay que tener cuenta que, en ocasiones, ingerir tanta cantidad de comida, más que empacho, puede hacer sentir el estómago más grande, lo que complica volver a las raciones más reducidas.

Situaciones en las que se requerirá un plus de esfuerzo para recuperar la normalidad. Pero solo durante unos días, siempre que ya tengamos unos buenos hábitos.

Y estas pueden ser 7 claves para dar tregua a nuestro sistema digestivo tras los excesos en la mesa:

Revisar las sobras y realizar una lista de la compra: es el primer paso, el clave, porque la comida empieza por la compra. Es recomendable organizar las sobras, viendo qué se puede aprovechar, congelar, repartir o guardar para otro momento. Y, en función de eso, hacer una lista de la compra de forma consciente.

Recuperar los horarios de las comidas: es de gran ayuda volver a las rutinas habituales. Es recomendable cenar pronto y/o retrasar el desayuno, para realizar un ayuno fisiológico adecuado. Lo ideal es que pasen unas 12 horas. Eso facilita los procesos digestivos naturales del organismo, para que todo vuelva a funcionar de forma correcta.

Platos nutritivos y más ligeros: dejar los dulces, embutidos, ultraprocesados y bebidas alcohólicas. En su lugar, introducir productos frescos de temporada, aumentando el consumo de alimentos de origen vegetal. Es el caso de verduras, hortalizas, frutas, cereales integrales o granos enteros. Disminuir la proteína de origen animal y aumentar la de origen vegetal, como las legumbres.

Número de comidas: No hay una cifra ideal para todos. Lo recomendable es que cada persona se organice en función de sus necesidades y gustos, para encontrar el número que más le beneficie y con el que se sienta a gusto. Quizá está bien con una distribución de 3, 4 o 5 comidas más pequeñas, pero es algo que debe ser personalizado.

Técnicas culinarias: dar prioridad a las cocciones sencillas, que no requieran de una gran adición de grasa. Y decantarse por el aceite de oliva.

Alimentación consciente: comer de forma ordenada, sin actividades paralelas y masticando bien. Si hay tentación de picar entre horas, conviene revisar cuál puede ser el detonante para buscar una solución correcta. Puede ayudar el postergar el impulso, tener opciones saludables, generar un ambiente seguro en casa, respetar los horarios de comidas o incluir técnicas de gestión del estrés, entre otras cosas.

No obsesionarse: no hay fórmulas mágicas, lo mejor es tener un poco de paciencia y cuidarse desde la amabilidad y constancia, no de cualquier manera, y sin caer en la trampa de propósitos efímeros. Pasos pequeños para lograr objetivos más grandes y que así la motivación se mantenga fuerte.

Porque, aunque la alimentación es muy importante cuando se producen excesos en la mesa, también es una pieza más de un puzzle que conforma nuestro bienestar. Por eso lo principal es cuidarnos de forma integral, no solo prestando atención a la alimentación.

Así, la actividad física, el descanso y la gestión del estrés, entre otros, nos ayudarán a cultivar buenos hábitos y a empezar el año poniendo lo mejor de nuestra parte.

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