Tres factores de riesgo para sufrir un ictus y cómo evitarlos

Tres factores de riesgo para sufrir un ictus y cómo evitarlos

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El ictus sigue siendo una de las principales causas de discapacidad, además de la primera causa de mortalidad en mujeres en España. La prevención es clave: cuidar la salud cerebral desde edades tempranas es la mejor garantía para reducir la incidencia futura de esta enfermedad.

Aunque puede afectar a cualquier persona, existen factores de riesgo que aumentan significativamente la probabilidad de sufrir un ictus. La buena noticia es que muchos de estos factores son modificables y, por tanto, podemos actuar para prevenirlos.

Factores de riesgo ante unictus

1. Dormir mal

Dormir menos de siete horas o más de nueve incrementa la probabilidad de padecer un ictus y de morir por causa cerebrovascular. El descanso nocturno deficiente afecta procesos clave como la regulación de la presión arterial, el control metabólico y la reparación celular. Por eso, la American Heart Association ha incluido el sueño saludable entre los pilares esenciales para la prevención de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares.

Para evitarlo los especialistas recomiendan:

  • Mantén horarios regulares de sueño. Irse a dormir a la misma hora es un hábito que favorece el correcto sueño.
  • Prioriza un descanso nocturno de calidad.
  • Evita el uso de pantallas antes de dormir y crea un ambiente propicio para el sueño.

2. Estrés crónico

Vivir en un estado de tensión permanente, ya sea por motivos laborales, sociales o personales, favorece la aparición de hipertensión arterial, altera los ritmos biológicos y deteriora la capacidad de regulación del sistema nervioso autónomo. Estos efectos, mantenidos en el tiempo, aumentan la probabilidad de sufrir un evento cerebrovascular.

El estrés puede controlarse a través de técnicas sencillas de relajación, como la respiración profunda o la meditación. También es recomendable dedicar tiempo a actividades que te resulten placenteras y relajantes, así como buscar apoyo profesional si el estrés es persistente.

3. Inactividad física

La falta de movilidad, especialmente en personas mayores de 65 años, acelera la pérdida de masa muscular y autonomía. En cambio, la práctica regular de ejercicio, incluso en niveles moderados como caminar a paso ligero o montar en bicicleta, tiene un efecto protector demostrado frente al ictus, mejorando la circulación, reduciendo la inflamación y fortaleciendo la reserva funcional del cerebro.

Para evitar que el sedentarismo influya en un mayor riesgo de sufrir un ictus los especialistas en neurorrehabilitación recomiendan incorporar desplazamientos activos en tu día a día (caminar, subir escaleras, ir en bici) y siempre que sea posible, realizar ejercicio físico de forma regular, adaptándolo a tus capacidades.

¿Qué hacer tras un ictus?

No solo es importante evitar el primer ictus, sino también prevenir que se repita. Los últimos estudios indican que una de cada cuatro personas que ha sufrido un ictus tendrá un segundo en los siguientes cinco años. según la American Heart Association. La recurrencia es la principal causa de discapacidad severa y mortalidad asociada a esta enfermedad, pero esta se puede reducir hasta en un 40% combinando hábitos saludables y controlando los factores de riesgo clásicos.

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