Las grasas trans son más peligrosas que la de palma pues suben el colesterol malo y disminuyen el bueno
En los últimos tiempos, la grasa de palma se ha convertido en el peor de los enemigos de la dieta saludable al ser un ácido graso saturado. El hecho de que, sobre todo el sudeste asiático, se esté viviendo una autentica deforestación a cuenta de las grandes explotaciones de palma aceitera ha contribuido a estigmatizar la grasa que se extrae de ella.
Países como Francia han prohibido la comercialización de productos que utilizan esta grasa en su composición. Sin embargo, y aun siendo nociva para la salud, en contra de la creencia generalizada la de palma no es, con mucho, la grasa que más daño puede hacer a la salud de las arterias y el corazón .
El ser humano necesita grasa para vivir. No en vano, la leche materna, el alimento natural por excelencia, es muy rico en grasas. El ácido graso palmítico, presente en un 25% en la leche materna, es un componente importante en las fórmulas infantiles utilizadas como sustituto de la leche materna.
Riesgo de infarto y de ictus
El principal problema de las grasas saturadas surge del daño que pueden infringir en las paredes del corazón y de las arterias, depositándose en forma de placas (de ateroma) y dando lugar a una subida de LDL (colesterol malo). “Las grasas saturadas, entre las cuales se encuentra la grasa de palma, pero también todas las de origen animal como la mantequilla o la presente en las carnes rojas, están asociadas con un incremento de colesterol malo, y con un posible aumento del riesgo de sufrir un infarto o un ictus”, asegura el Dr. Manuel Angoso, responsable de la Unidad de Chequeos del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre.
Sin embargo, para reducir el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular grave no sólo es necesario bajar el colesterol malo; es imprescindible también subir el bueno (HDL). “El HDL ejerce una labor de limpieza de las arterias fundamental para preservar su salud; el ejercicio físico, dejar de fumar y perder peso han demostrado subir los niveles de HDL”, asegura el Dr. Angoso.
Grasas trans, peores que la grasa de palma
El tipo de grasa va a marcar el impacto en el colesterol bueno .Las grasas trans ,que son grasas no saturadas modificadas industrialmente, tienen un efecto doble sobre el colesterol “Además de subir el colesterol malo, cosa que ya sabemos que hace la grasa de palma, disminuyen el colesterol bueno”. Pese a la campaña en contra que hoy soporta la grasa de palma, lo cierto es que hay grasas trans más peligrosas y que aumentan de forma alarmante el riesgo de sufrir infarto o ictus.
En este sentido, el primer efecto de los ácidos grasos trans es aumentar los niveles de colesterol total, sobre todo del colesterol LDL (colesterol malo), mientras que disminuye el colesterol HDL (colesterol bueno)”. En comparación con el consumo de cantidades iguales de calorías provenientes de grasas saturadas y grasas insaturadas, el consumo de ácidos grasos trans provoca casi el doble de cantidad de LDL. Según la Organización Mundial de la Salud, un consumo mayor de 1 gramo al día de grasa trans produce un aumento de la rigidez de la arteria carótida. Curiosamente, este mismo efecto se observa con el consumo de grasa saturada pero en cantidades superiores a 10 gramos al día. Es decir, la grasa trans tiene el mismo efecto sobre la pared arterial que la grasa saturada, pero a mucha menor cantidad de consumo. Así pues, son las grasas trans las que conviene evitar a toda costa. En algunos países, como Noruega o Suecia, su utilización en alimentos procesados está marcada con colores fluorescentes en el etiquetado para alertar a la sociedad del peligro que supone su consumo.
Qué alimentos evitar
Las grasas trans están especialmente presentes en productos procesados. Los alimentos horneados como galletas, bollería industrial, alimentos precocinados, snacks y los fritos como patatas fritas, maíz, y otros aperitivos, junto con los helados, cremas y batidos son los alimentos que contienen grasas trans en mayor cantidad.
Escasamente presentes de forma natural en la alimentación, las grasas trans utilizan ácidos grasos no saturados, que se manipulan en orden a obtener grasas que tardan más en enranciar, soportan mejor altas temperaturas y, en general, conservan mejor los alimentos.
En las etiquetas de productos alimentarios, las grasas trans son fácilmente reconocibles como “grasas hidrogenadas” o “parcialmente hidrogenadas”.