Cada vez son más las personas que, conscientes de la importancia del ejercicio físico para mantenerse en forma y saludables, comienzan a correr. Con el tiempo, deciden afrontar alguna de las múltiples carreras que se celebran a lo largo y ancho de la geografía española. Tras los entrenos previos llega el día de la prueba. Y hay una serie de medidas a adoptar que harán de esta primera prueba un éxito incluidas en esta guía para afrontar el día de la primera carrera.
Equipamiento
En la guía para afrontar con éxito el día de una primera carrera, como la Binter Night Run de Las Palmas y Tenerife, de las que Vithas es servicio médico oficial, hay que tener en cuenta el equipamiento. Es importante contar con un vestuario adecuado. Nada a estrenar, todo debe tener un rodaje previo, que facilite la transpiración y no provoque alergias. Y, lo más relevante, un calzado adecuado adaptado a las características anatómicas y de cada deportista y que no haya superado el número máximo de kilómetros para los que ha sido diseñado.
Calentamiento y estiramiento
Hay que calentar antes de iniciar la prueba con el fin de poner en marcha todos los órganos del deportista, incluido el corazón, y disponerle para un máximo rendimiento. Al finalizar la carrera es recomendable no detenerse bruscamente. En lugar de eso, hay que mantener una actividad menos intensa durante unos diez minutos para favorecer la recuperación progresiva. El estiramiento es fundamental.
Hidratación y alimentación
Es absolutamente básica la hidratación y alimentación no sólo durante las jornadas previas a la carrera sino el día en el que se celebra y en el transcurso de la misma, ya que es la forma de obtener la energía necesaria para el esfuerzo a realizar y cubrir la pérdida de líquidos generadas por el sudor.
La importancia del reconocimiento médico-deportivo
Previamente a la celebración de la carrera es fundamental realizarse un chequeo médico-deportivo. Este reconocimiento está indicado no sólo para los deportistas profesionales. Es óptimo para todas las personas que practiquen actividad física, tanto si el ejercicio es regular como esporádico. Se trata de un control clave para la detección de cualquier enfermedad que pueda contraindicar de forma absoluta, relativa o eventual la práctica deportiva y que la persona desconoce. Además, valora la condición física y puede establecer pautas de entrenamiento para mantenerla o mejorarla.